domingo, 21 de noviembre de 2010

La justicia brilla por su ausencia


Hoy estoy completamente indignada con mi trabajo. He sido culpada injustamente de algo que no he hecho, y me siento muy mal porque creo que en parte eso ha ocurrido porque soy extranjera.

La señora para la que trabajo cuidando a sus hijos habló conmigo el pasado viernes y me dijo que le habían desaparecido unos ahorros que guarda en su armario y un cordón de oro de su difunto hermano. No lo dijo abiertamente, pero más o menos insinuó que había sido yo, puesto que ni su marido ni sus hijos serían capaces de algo así.

Me indigé de inmediato, y le dije a la señora que yo era rumana, pero no una ladrona, y que mis padres me habían dado una buena educación, por lo que yo nunca sería capaz de coger algo que no fuera mío. También le dije que ni siquiera había entrado en su habitación, pues ella me lo había prohibido.

La señora dijo que no se fiaba, que los rumanos teníamos fama de ladrones y que se producían muchos robos en cajeros por parte de gente de mi nacionalidad. Eso ya fue el colmo. Le dije todo lo que pensaba de ella y de la educación que le había dado a sus traviesos hijos. Le aconsejé que se preocupase antes de eso que de otra cosa, pues quizá sus hijos se volviesen unos delincuentes en unos años.

Inmediatamente me marché, habiendo perdido mi trabajo, pero conservando aún mi orgullo. He vuelto a quedarme sin nada de un momento para otro, pero no podía permitir que me pisotearán así.

¿Alguién tiene algún conocido en el telepizza del barrio de Oroquieta? Realmente que ahora sí que necesito ese trabajo, gracias.

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