Ayer hacía demasiado frío por la tarde como para salir. Javier quería ir a pasear otra vez por Madrid, pero Haifa y Almudena dijeron que era mejor quedarse a pasar la tarde en casa. Esta vez Javier y yo accedimos a ello.
Y menos mal que nos quedamos, porque la verdad es que me lo pasé mejor que nunca. Empezamos la tarde viendo una película de esas empalagosas de amor, "El diario de Noa". Javier detesta este tipo de películas, al igual que yo, por eso nos reíamos de cada escena.
Después estuvimos jugando al sing-star, un juego muy divertido de cantar. Fue un desastre por mi parte porque no me sabía ninguna canción en español, y eran éxitos de los 80 y 90, pero hice lo que pude. Sobra decir que Haifa tampoco tenía ni idea.
Otro rato lo dedicamos a jugar al parchis, a la oca, al twister, donde me reí demasiado viendo cómo éramos incapaces de mantener la postura. Les enseñé un juego de cartas llamado macao, y Haifa nos enseñó también algún juego de Siria. Después decidimos seguir cantando.
Llegó por fin el momento de dar clases de rumano y sirio. Yo decía frases en rumano y mis compañeros intentaban imitarlas. Haifa hizo lo mismo con su idioma. Por su parte, Javier decía frases en valenciano y Almudena nos deleitaba con palabras típicas de su pueblo. Hicimos hasta un concurso haber a quién se le daban mejor los otros idiomas, increíble. Todavía me río de mi terrible pronunciación intentando cantar una canción de Nancy Ajram en sirio, o de Javier chapurreando una canción de Nicolae Gutâ, cantante de Manele.
Fue una tarde memorable y para recordar. Por un momento me olvidé de lo mucho que echo de menos a mi familia. Simplemente adoro a mis compañeros de piso.
¿Alguien nos sugiere más juegos para compartir una tarde de risas? Tenemos que innovar para no aburrirnos y caer en la monotonía. ¡Gracias!
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